viernes, 21 de marzo de 2008

El esfuerzo del pasado...

Uno de estos días en una reunión familiar en mi casa tuve una mezcla de sentimientos tan grande que no pude evitar escribir acerca de ello. Todo comenzó cuando conversaba con mi abuelo por parte de papá. Por este lado de la familia son de origen portugués, de la Isla de Madeira, específicamente de un pueblo llamado Serra de Agua. Una zona muy rural en comparación a otros lugares como la capital de la Isla, Funchal o el mismo continente.

A mi abuelo le encanta recordar su época en Portugal y a mí me a la vez escucharlo entre un portugués-español a veces confuso. En esta oportunidad comenzó a contarme acerca de sus días de estudios, el colegio. Una época donde el trabajo era lo primero, donde siendo el único hijo hombre tenía que ser el que más daba la cara en este aspecto.

Me contaban entonces que lo que te exigían para tener un trabajo mínimo era el tercer grado (aquí fue donde comenzó mi asombro). Aunque lógicamente esto es algo conocido que ocurría en el pasado y aún más en la Europa del siglo XX, donde debido a las guerras el panorama era muy inseguro. Pero es totalmente distinto vivirlo de cerca.
Pues desde pequeño se encargaba de la siembra, de vigilar el ganado o traer agua a la casa, algo típico de ese pueblo. Decidió estudiar por decisión propia pues, su padre no lo creía necesario. Levantándose mucho más temprano que otros niños, iba primero a la montaña a cumplir con el trabajo de la casa, para mantener la siembra y luego se dirigía al colegio.
Cumplió con lo indispensable, hasta el 3cer grado, terminando como a los 13 años porque comenzó tarde los estudios. Mientras me seguía contando pasó corriendo a mí lado jugando mi hermana menor, de 10 años que estudia tercer grado.
¿No es impresionante? La contraposición fue totalmente perfecta. Mientras muchos de los niños de Europa no pudieron tener una verdadera infancia, mientras el trabajo fue lo indispensable desde que tuvieron uso de razón, actualmente para muchas personas todo ha cambiado totalmente.
Yo tengo 18 años y continúo estudiando, esta vez la etapa universitaria, pero en otro tiempo yo ya sería una mujer totalmente, que ya habría vivido realmente lo que es el trabajo, lo que significa mantener una casa. Mi hermana que aún vive tan lejos del mundo de los adultos, rodeada de tecnología, de PlayStation II, de internet, de televisión. Ella ya estaría comenzando a aportar el dinero de la familia, sería una mente adulta dentro de un cuerpo joven. ¡Qué cambio tan drástico!

Pero a pesar de que todo halla cambiado, valoro aún más lo que hizo mi abuelo, lo que hicieron todas las generaciones antes que yo. Pues mi abuelo continuó trabajando, se vino a Venezuela teniendo solamente el tercer grado, simplemente porque quería un futuro mejor, para brindarle a su familia calidad de vida.

En este momento puedo dar gracias y entender realmente que estoy aquí es para utilizar adecuadamente todo los beneficios que me han dado el esfuerzo de mis padres abuelos y demás. Para esforzarme lo más posible para retribuírselos y buscar todavía un mejor futuro.

Simplemente luchar para conseguir un mejor futuro para los míos basándome en el esfuerzo que se hizo en el pasado.

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